Si hemos decidido romper la relación es posible que se despierte la culpabilidad ante el dolor de la otra persona, también nos podemos sentir mal por no haber dado antes ese paso y estirar una relación tóxica y sin futuro. Si no hemos elegido la ruptura nos costará respetar la decisión de la otra parte y aceptar el fin de la relación; vivir una separación que no hemos decidido es muy doloroso y posiblemente afecte a nuestra autoestima.
Dejar o que nos dejen, ambas situaciones son difíciles de llevar, son un proceso doloroso de cambio en nuestra vida pero también son una nueva oportunidad para madurar y crecer.